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Escultura

La escultura guatemalteca fue, entre las artes, la que más se desarrolló desde los primeros siglos de la época colonial gracias a una gran influencia española que, sin embargo, encontró una gran destreza y creatividad en los aprendices locales. La necesidad catequética de representar visualmente la fe condujo a una proliferación de la escultura colonial, sea doméstica, sea eclesial. Primordialmente, se utilizó madera, copiando estampas y grabados que circulaban así como tallas traídas de España.


 

En la Catedral puede observarse una representación de la escultura a lo largo de los siglos. Tres tallas son españolas (la Virgen del Socorro, traída por los conquistadores; el Santo Cristo de los Reyes, obsequio del rey Carlos V y el Cristo Yacente), y otras fueron traídas de Europa ya en el siglo XIX (como la Virgen de las Victorias, traída de Francia), pero en su mayoría son guatemaltecas, excelente ejemplo de la escultura colonial. Unas son tallas completas, otras de vestir (siguiendo un gusto más moderno); algunas fueron hechas para los retablos de la Catedral de Santiago, mientras que otras con razones varias (por ejemplo, algunas son procesionales).

 

Llaman la atención las tallas encarnadas y de cuerpo entero, seguramente de los siglos XVII y XVIII, que alcanzan un dramatismo extraordinario. El hermoso Cristo del Altar Mayor, por ejemplo, es anatómicamente perfecto y tallado respetando todos los cánones de un crucifijo. Igualmente San Sebastián, posiblemente de Juan de Chávez, de mediados del siglo XVIII, es una talla cuya perfección hace que sea considerada “la obra maestra del barroco guatemalteco”. Su cuerpo es perfectamente proporcionado, su postura y contorsión le conceden un movimiento armónico que continúa en el paño de caderas que lo cubre. Del mismo tipo es San Jerónimo, talla perfecta en todos sus detalles, recientemente restaurada.

 

Otras tallas de grandes dimensiones, muestran un excelente trabajo en el desarrollo del ropaje y el movimiento de la imagen, así como en el posterior dorado y estofado de dichos trajes. Entre ellas sobresalen las de la Virgen Dolorosa y San Juan que acompañan al Cristo de los Reyes (siglo XVII), San Antonio (siglo XVIII, con un excelente trabajo de estofado en plata y pintado de azul), San Francisco de Paula (esculpido por petición de Fray Pedro Pardo de Figueroa a mediados del siglo XVIII, ya que era su santo patrón), Santa Ana (s. XVIII), San José (siglo XVIII, posteriormente estofado por Pedro Gallardo en 1867), San Juan Nepomuceno (siglo XVIII), Corazón de Jesús (siglo XVIII, transformado y dorado en el XIX), Santiago el Mayor (de quien se cuenta con dos imágenes, ambas del siglo XVIII), Virgen de la Asunción (de quien se cuenta con dos imágenes de diferentes dimensiones, pero ambas del siglo XVIII) y la serie de los cuatro santos que flanquean el altar mayor: San Dionisio, San Francisco de Sales, San Fernando, rey de España y San Luis, rey de Francia (siglo XVIII, sobredorados en el siglo XIX).

 

Asimismo, la Catedral posee varios bellísimos ejemplos de esculturas de vestir: San Pedro penitente (siglo XVII ó XVIII), Virgen de Dolores (s. XIX), Inmaculada Concepción (Buenaventura Ramírez, 1852), Virgen de Lourdes (Mariano Ganuza, 1878), San José (del Sagrario, siglo XIX).

 

También se cuenta con imágenes más modernas. Entre ellas, el Jesús Nazareno Justo Juez, hecho para los vía crucis de la Catedral en 1909 por el escultor Narciso Castillo; el Cristo de Esquipulas, escultura en bronce, copia del original hecha en 1953 por Julio Urruela; la Virgen de la Medalla Milagrosa, de pasta fina, traída de Francia a finales del siglo XIX y trasladada a la Catedral con ocasión del centenario de las apariciones en 1930; San Juan María Vianney, hecho por J. Luis Domínguez en 1933.

 

Completan la colección de esculturas otras tallas domésticas, muchas de las cuales pueden observarse en el Museo Arquidiocesano de Santiago, así como otras esculturas “de utilería”, como los arcángeles y ángeles de la Inmaculada Concepción, las imágenes para el Nacimiento y otras.

 

Para conocer la historia de cada imagen, refiérase a la sección “Imágenes de devoción de la Catedral”, donde encontrará a cada una en particular.