Catequesis de la Misericordia
"Queridos hermanos y hermanas: En las catequesis anteriores hemos reflexionado sobre el misterio de la misericordia de Dios, desde el actuar del Padre en el Antiguo Testamento hasta el de Jesús, quien a través de las narraciones evangélicas, se nos muestra, en sus palabras y en sus gestos, como la encarnación misma de la Misericordia. No es suficiente haber experimentado la misericordia de Dios en nuestra vida, debemos ser su signo e instrumento a través de pequeños gestos concretos", dijo el Papa en idioma español.
Estos gestos concretos son las obras de misericordia: "Estos tienen valor a los ojos del Señor, hasta el punto de ser el criterio sobre el que seremos juzgados. La Iglesia ha llamado a estos pequeños gestos 'obras de misericordia corporales y espirituales', que tocan las exigencias más importantes y esenciales de las personas".
Las obras de misericordia corporales, reseñadas en el capítulo 25 del libro de San Mateo, ("porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver"), son acciones que se terminan haciendo a la propia persona de Jesús. Son llamadas obras de misericordia corporales porque socorren a las personas en sus necesidades materiales, explicó el Papa.
Luego Francisco enumeró las obras de misericordia que atienden otras exigencias "que son igualmente importantes", "dado que alcanzan lo íntimo de las personas" y que son las obras de misericordia espirituales: Sufrir con paciencia los defectos del prójimo, dar buen consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que se equivoca, consolar a los afligidos, perdonar al que nos ofende y rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.
Son todas las obras de misericordia cosas "de todos los días", para ser practicadas en la cotidianidad, que trasmiten y concretizan la caridad de Dios en medio de los hombres.
"En un mundo donde reina la indiferencia, - concluyó - las obras de misericordia son el mejor antídoto contra ella, porque nos educan a estar atentos a las necesidades más elementales de nuestros hermanos más pequeños y vulnerables. En las próximas catequesis meditaremos sobre cada una de estas obras, que son el modo concreto de vivir la misericordia, y hacer nuestra fe viva y operosa con la caridad". "Que el Espíritu Santo encienda en nosotros el deseo de practicar las obras de misericordia, para que nuestros hermanos sientan presente a Jesús, que no los abandona en sus necesidades sino que se hace cercano y los abraza con ternura".